ALEJANDRO SERRANO CALDERA.

ALEJANDRO SERRANO CALDERA.

Jurista, filósofo y escritor nicaragüense, nacido en Masaya, Nicaragua
Profesor Universitario desde 1965. Profesor Visitante y Conferencista en universidades de Europa, Estados Unidos y América Latina. Colaborador de Revistas y Enciclopedias filosóficas y jurídicas.

Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua, 1990-94, Presidente del Consejo Nacional de Universidades, CNU, 1990-94 y Presidente del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) 1993-94. Consejero Regional para América Latina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en San José, Costa Rica de 1974 a 1976 y en Lima, Perú en 1977-1979. Miembro del Comité de Derechos Humanos de la ONU, 1984-92.

Embajador de Nicaragua en Francia y ante la UNESCO de 1979-85, Embajador de Nicaragua ante la Organización de las Naciones Unidas, ONU de 1988-90. Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Managua, Nicaragua de 1985 - 88.

Miembro de Número de la Academia Nicaragüense de la Lengua
Ha publicado más de veinte obras en Filosofía, Derecho y Ciencias Políticas.



Alejandro Serrano Caldera:
La ética en la revolución tecnológica .

Las últimas décadas del Siglo XX y el primer quinquenio del Siglo XXI han sido testigos de un intenso, y quizás no suficientemente percibido, debate de filosofía política, de ética y de teorías del desarrollo de la sociedad contemporánea.

Desde inicios de la década de los años setenta del siglo pasado, a raíz del Consenso de Washington y la Declaración de Kyoto, se sentaron las bases de lo que se conoce como neoliberalismo, al supeditar la democracia política al capitalismo monopólico, el Estado al mercado y al refirmar la libertad económica como la libertad fundamental de la cual depende la propia libertad individual.

Como en el siglo XIX, fue la sustitución del liberalismo filosófico y político fundado en la razón, en la voluntad y en la libertad individual, por el liberalismo económico determinado por las leyes del mercado, el que además vino presentado como la realización del derecho natural en la historia, con leyes autónomas e infalibles frente a las que al Estado sólo correspondía el papel de facilitador, versión remozada del Estado abstencionista del Siglo XIX.

Más que de un nuevo liberalismo, se trataba de las ideas del viejo liberalismo debidamente maquilladas para enfrentar los retos de la revolución tecnológica y de la sociedad digital, pero conservando la misma versión inflexible de mercado total como sujeto y destinatario de la historia, o mejor aún, como la historia misma, a la que quedaban supeditadas todas las demás expresiones del acontecer humano individual y colectivo, en el plano de la política, la economía, las finanzas, la cultura, las relaciones sociales, entre otras. Se estaba, entonces ante lo que algunos de los críticos más severos, como Franz Hinkelammert llamó la idolatría de mercado y otros, como el filósofo y teólogo francés, Roger Garaudy, llamó el monoteísmo de mercado.

Desde 1970, fecha de la extinción de la vigencia del pensamiento de John Maynard Keynes, como filosofía oficial del capitalismo, que aunque iniciada a finales del siglo XIX, se reafirma con el Keynesianismo, sobre todo en 1929, como respuesta a la crisis de la bolsa de valores y, en general del capitalismo mundial, se inicia y consolida esta especie de teología económica y financiera que se va a constituir en el dogma de fe de todo proceso de desarrollo. El Estado no será más que la correa de transmisión de los dictados infalibles del mercado, el poder económico, y por supuesto político, estará en las corporaciones transnacionales y en sus filiales nacionales y locales. Mientras menos Estado, mejor.

No obstante, el mismo proceso neoliberal demostró la necesidad del Estado al servicio de los poderes económicos para garantizar la tutela de intereses corporativos y de los intereses económicos nacionales, lo mismo que la inevitable adaptación de las instituciones para poder responder adecuadamente a los procesos regionales y subregionales de integración de mercados, los que, sin la estructura institucional apropiada, verían severamente afectada su eficacia y seriamente limitada su posibilidad de desarrollo y expansión. Se pasó entonces a la etapa de reforma del Estado y sus instituciones para adecuarlas a las políticas económicas, financieras y de mercado, en general.

Posteriormente, y a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, el Estado recuperó su poder y vigencia como el instrumento capaz de combatir el terrorismo y el narcotráfico, funciones que el mercado por si solo evidentemente no podía cumplir. El Estado vuelve así al primer plano, no como mecanismo que contribuya establecer y garantizar las políticas sociales, sino como un instrumento para los nuevos combates del siglo XXI.

Se produce así una reunificación del núcleo duro del poder mundial el que se apoya en el Estado y en el mercado, en la función pública y en la iniciativa privada y, por supuesto, en el poder militar y en los ejércitos. Estado, mercado, ejército, interés público e interés privado, integran así una unidad necesariamente complementaria para el ejercicio del poder.

Mientras tanto, un pensamiento alternativo al neoliberalismo se ha venido estructurando respaldado no sólo por sus propias ideas, sino por los fracasos en las situaciones económicas y sociales de los países menos favorecidos, los que han visto incrementada su pobreza a raíz de los fracasos y repercusiones sociales negativas de los ajustes estructurales. Además, el pensamiento filosófico, político y aun religioso, ha desarrollado una crítica consistente entre la que habría que mencionar la Encíclica Centésimo Año, de 1991, del Papa Juan Pablo II, en la que reintrodujo el término “capitalismo salvaje”, usado cien años antes por el Papa León XIII, en su Encíclica Rerum Novarum.

Frente al neoliberalismo surge un nuevo pensamiento que proclama la necesidad del Estado y de las instituciones como condición ineludible para cualquier tipo de desarrollo. No hay posibilidad de desarrollo económico y social sin un Estado con instituciones sólidas, modernas e independientes. La historia de los países más avanzados, demuestra esta realidad. La reingeniería institucional deviene, pues en la condición de cualquier forma de desarrollo.

Junto a la idea del predominio institucional, y al lado de una especie de neokeynesianismo, surge con fuerza el pensamiento inspirado en el Estado Social de Derecho y en la economía social de mercado, de factura preferentemente social demócrata, lo mismo que las doctrinas del contrato social, la participación ciudadana y el fortalecimiento de la sociedad civil, como garantías para establecer y mantener una sociedad y un Estado, libre, democrático, justo, solidario y equitativo.

Dentro de estas profundas transformaciones en el pensamiento económico, político y social contemporáneo habría que mencionar de manera principal y prioritaria y ligada al contexto de la sociedad digital, los esfuerzos teóricos y prácticos por construir la sociedad de la información, como un paso necesario para llegar a la sociedad del conocimiento, definida como un desafío mundial para el nuevomilenio.

La Declaración de Principios de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, celebrada en Ginebra en el año 2003, establece como desafío esencial “Encauzar el potencial de la tecnología de la información y la comunicación para promover las metas del desarrollo de la Declaración del Milenio”, entre las que se mencionan, “Erradicar la extrema pobreza y el hambre, lograr una educación primaria universal, promover la igualdad de género y la habilitación de las mujeres, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna...”, entre otras muchas, al tiempo que se reitera el compromiso para alcanzar “el desarrollo sostenible y las metas de desarrollo convenidas, que se señalan en la Declaración de Johannesburgo y en el Plan de Aplicación del Consenso de Monterrey, y otros resultados de las Cumbres pertinentes de las Naciones Unidas”.

La aplicación de la tecnología más avanzada al logro del desarrollo humano sostenible formula una ética, cuyos aspectos más relevantes se encuentran contenidos en los tratados internacionales de derechos humanos que de esta forma se constituyen en la filosofía moral de esta época.

Una serie de valores dan contenido específico a esta ética de la sociedad de la información, el primero de ellos es el de garantizar el carácter inclusivo que permita la participación de todos en ella, pues de lo contrario la tecnología en lugar de ser el medio integrador se pervertiría en un instrumento de acentuación de la brecha digital y, en consecuencia, de profundización de la brecha económica, social, educativa y cultural entre los pueblos e inclusive entre los ciudadanos de un mismo país.

La información y el conocimiento constituyen un bien público y son esenciales a la educación, la cultura y la democracia a tal extremo que no será posible una democracia real sin una democracia digital. De ahí que la Tecnología de la Información y Comunicación, TIC, entendida como estrategia y como conjunto de medios y herramientas para el intercambio de la información que produce el conocimiento, se vuelve un instrumento imprescindible para realizar la ética del desarrollo humano sostenible y los valores que lo conforman.

Estos valores son la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto de la naturaleza, la responsabilidad común, el respeto a la diferencia y el reconocimiento del otro, todos los cuales nos llevan reafirmar que el sujeto esencial del desarrollo es el ser humano y la sociedad en su dignidad integral, en su libertad y en sus derechos reafirmados en la justicia y en el imperio de la ley.

La nueva ética, o mejor la ética para la nueva sociedad, tiene que ser la ética de la unidad en la diversidad en la que todos los seres humanos, en virtud de la dignidad esencial que les corresponde, tienen el derecho pleno de participar en el disfrute de los bienes materiales, culturales y morales de la sociedad de nuestro tiempo.

Libros de este autor

Del tiempo y sus metáforas por Alejandro Serrano Caldera

Ediciones del CIEETS y del Instituto Martín Luther King-UPOLI, 1996

Los dilemas de la democracia por Alejandro Serrano Caldera

Universidad Autónoma Americana, Editorial HISPAMER, 1995

Forum de Política Nacional La Nicaragua Posible por Alejandro Serrano Caldera

Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, 1993

Darío por Alejandro Serrano Caldera

Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, 1991

La universidad y los valores fundamentales del ser humano por Alejandro Serrano Caldera

UNAN, 1990

El fin de la historia por Alejandro Serrano Caldera

Editorial "13 de Marzo," Universidad de La Habana, 1991

La utopía posible por Alejandro Serrano Caldera

"Editorial 13 de Marzo," Universidad de La Habana, 1991

La unidad en la diversidad por Alejandro Serrano Caldera

Editorial San Rafael, 1993

La Nicaragua Posible como proyecto de nación por Alejandro Serrano Caldera

Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, 1991

Entre la nación y el imperio por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Vanguardia, 1988

Filosofía y crisis por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Nueva Nicaragua, 1984

El derecho en la revolución por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Nueva Nicaragua, 1986

La permanencia de Carlos Marx por Alejandro Serrano Caldera

Ministerio de Educación, 1983

Hacia un proyecto de nación por Alejandro Serrano Caldera

Fondo Editorial CIRA, 2001

Dialéctica y enajenación por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Universitaria Centroamericana, 1979

Estado de derecho y derechos humanos por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Universitaria, UNAN-León, 2000

Voces, imágenes y recuerdos por Alejandro Serrano Caldera

CIEETS, 2000

Interpretaciones en torno al proceso histórico de la universidad nicaragüense por Alejandro Serrano Caldera

[s.n.], 1973

Introducción al pensamiento dialectico por Alejandro Serrano Caldera

Fondo de Cultura Económica, 1976

Derecho del trabajo. por Alejandro Serrano Caldera

 

Meditaciones por Alejandro Serrano Caldera

Anamá Ediciones, 2003

Meditaciones fragmentarias por Alejandro Serrano Caldera

Centro Intereclesial de Estudios Teológicos y Sociales, 2001

Entre la nación y el imperio por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Vanguardia, 1988

Desde la universidad, *1957-1997 por Alejandro Serrano Caldera

Editorial Universitaria, UNAN, 2007

 

SU OBRA PÁGINAS VERDES.

ENTREVISTA.

POR: XIMENA RAMÍREZ GONZÁLEZ.

 

Alejandro Serrano Caldera, filósofo, político, uno de los intelectuales de mayor valía en Nicaragua. Abordaremos el tema de su último libro “Estado de Derecho y Derechos Humanos” temas políticos, candentes, que están en el tapete nacional y que es urgente discutir, hablar, profundizar, en torno a los mismos. ¿Cómo surge este texto?

Este libro nació como compilación de varios años de una serie de artículos, escritos, ensayos, conferencias, que luego Giovanna, mi esposa, los recogió y comenzó a revisar, seleccionar y luego armó el libro. Por eso es que en la presentación en la UAM, Julián Corrales habló “del hijo de ambos” exactamente porque yo en la presentación en la universidad de León hice esa observación, Julián la retomó y desarrolló, diciendo que este libro era tanto mío como de ella, porque si yo lo escribí, ella seleccionó los trabajos y los ordenó, mecanografió e hizo nacer. Su núcleo fundamental es el siguiente: Sostengo que nosotros hemos tenido a lo largo y ancho de nuestra historia un profundo déficit legal e institucional. Con esto quiero decir varias cosas, una de ellas que nuestras instituciones no han sido fruto del desarrollo de nuestra sociedad, sino extrapoladas de otras realidades, es decir, las instituciones del derecho constitucional más avanzadas del mundo como han sido la Constitución de Francia en 1791, la Constitución de los Estados Unidos de 1787 y algunas ideas de la Constitución de Cádiz de 1812, pasaron a las 14 constituciones que hemos tenido en la historia, si incluimos las dos constituciones de cuando éramos parte de la Federación de Centroamérica, doce si contamos sólo las puramente nicaragüenses. Hay un déficit institucional y jurídico por es lado. Hay un déficit en la debilidad de las instituciones frente a la realidad, la incongruencia o la fractura. Nosotros vivimos en dos mundos: un mundo real, económico, social y un mundo declarativo, retórico, jurídico, que es el de las constituciones y las leyes. Cuando uno lee una constitución nicaragüense se pregunta que a qué país se refiere, efectivamente no está reflejado el país real en el país legal. De alguna manera se trabaja esta idea que también la trabajan para México, Octavio Paz y Carlos Fuentes.

Carlos Fuentes llega a llamarle esquizofrenia entre el mundo real y el mundo jurídico, ese es un segundo aspecto del déficit. Un tercer aspecto es el abuso sobre la fragilidad y debilidad de las leyes, de las instituciones, por parte de los caudillos y los autócratas, es decir, el abuso del poder sobre la ley. Un cuarto aspecto es la falta de una cultura de la institucionalidad de la constitucionalidad, de la legalidad, para legalizar las situaciones de hecho. Finalmente el derecho en mano, es del poder real, sirve para moldear las cosas. Ante estos cuatro elementos que forman el déficit jurídico institucional de la cultura política y jurídica nicaragüense surge un requerimiento, el requerimiento del estado de derecho, del fortalecimiento de las instituciones, del fortalecimiento de la legalidad, la separación de poderes, etc. eso es un bloque, pero frente a eso, Ximena, surge la pregunta que para mí es lo esencial en el libro, que es lo que lo va a hacer caer en la ética que Julián Corrales decía que era para él, el corazón principal entre los siete corazoncitos que forman el libro y es lo siguiente: aclarar lo anterior, que es fundamental, la institucionalidad y la legalidad.

Hay una pregunta que es el eje de todo el libro. Si el estado de derecho es la subordinación del poder a la ley, la ley a qué está subordinada? O bien en la ley se termina todo? porque si es así corremos otro riesgo, ya tenemos uno de no haber tenido ley suficientemente sólida que someta al poder, pero no nos podemos quedar solo en el discurso de la institución y de la legalidad, porque entonces toda la legitimidad de la democracia y el estado de derecho quedarían reducidos a una mayoría parlamentaria. Si yo tengo mayoría en el parlamento y hago un juego  de correlación de fuerzas de bancadas, yo mando, porque hago la ley. Entonces invierto la esencia del estado de derecho, que es la subordinación del poder a la ley. Con esto estaría subordinando la ley al poder, si el poder hace la ley y no hay ningún referente más allá del derecho formalmente válido, escrito sencillamente, lo que estoy haciendo es lo contrario de lo que dice el  estado de derecho y lo que estoy subordinando es la ley, que nace de una mayoría parlamentaria de bancadas, al poder, sería la subordinación de la ley al poder. Ahí cae en el tema de los valores de la ética, no puede haber un verdadero estado de derecho sino está regido por algunos principios éticos universalmente aceptados y esos principios éticos son los derechos humanos, que son su filosofía y son su marco jurídico. Esa es talvez en síntesis, el espíritu de este libro sobre el estado de derecho.

La importancia fundamental que tiene Dr. Serrano Caldera aportar al debate con este libro, en este momento en donde se hace imperativo un estado de derecho, un respeto absoluto a los derechos humanos en nuestro país. Lamentablemente en nuestra pobre Nicaragua, Nicaragüita, cuando alguien se roba una gallina, es un pinche ladrón (de los cuales están llenas las cárceles),  pero el que se roba uno o dos milloncitos, es un nuevo millonario...

Hablar del estado de derecho es una necesidad absoluta y hablar de los derechos humanos como el complemento del estado de derecho es fundamental. Es decir en nuestro país la ley ha sido pretexto no una causa del poder, la ley es el pretexto del poder. Nosotros hemos visto como en muchos momentos de nuestra historia la ley se adecua a las exigencias del poder y ya dejé constancia de los tremendos líos que provoca, sería muy largo enumerarlos pero quisiera mencionar dos momentos que son increíbles, que parecen más que del derecho constitucional, de Ripley, 1911 y 1913. En 1911, ha caído Zelaya en 1909, pero el poder lo asume el General Juan José Estrada, liberal, con una constituyente convocada en la cual los conservadores obtienen mayoría, se da por un lado un ejecutivo liberal y una constituyente conservadora, aunque hay liberales también. La constituyente termina su constitución el 3 de abril de 1911, pero en esa constituyente hay un artículo que es el 125 que dice que el parlamento podrá juzgar y destituir a los ministros, en un régimen  presidencial eso no cabe, en un régimen parlamentario si, pero indudablemente esa disposición tiene un destinatario con nombre y apellido, que es José María Moncada, el líder que ya se perfila en el liberalismo, sustitutivo del líder que cayó, José Santos Zelaya. Entonces Estrada, les dice quitemos ese artículo el 4 de abril, no lo quitan, porque los conservadores tienen mayoría, Estrada disuelve la constituyente y ahí mismo convoca una nueva constituyente, deja sin efecto la Constitución al día siguiente de haber sido aprobada por la constituyente, la disuelve y convoca a una nueva, que en un lapso de meses hace una nueva Constitución que es la del 21 de diciembre de 1911, que quedó en vigor hasta 1939. Caso increíble! Pero en 1913 está gobernando Adolfo Díaz, la constituyente hace la Constitución pero introduce dos artículos el 168 y el 170, que restringe poderes al Presidente, Adolfo Díaz ni siquiera les pide que lo quiten, sino que les dice: “firmen este decreto constituyente que declara nula la constitución que acaban de hacer y válida la constitución del 21 de diciembre de 1911”.
Esas dos se llamaron las non natas la de 1911 y la 1913, quedó la  del 11, no la del 3 de abril, sino la del 21 de diciembre hasta 1939, que vino la Constitución de Somoza, él gobernó con ella, 10 años 2 meses sin elecciones, nombrado por la constituyente, a pesar de que la Constitución del 39 habla de elecciones, democracia, etc. De alguna manera ves esa diferencia entre el mundo declarativo de las constituciones y el mundo real de la política. Otro ejemplo anterior al de Zelaya, la Constitución de 1893, conocida como La Libérrima creó el voto obligatorio y universal, votan todos los mayores de edad, hombres y mujeres y es obligatorio el voto. Sin embargo él gobernó 16 años y nunca dio elecciones. Estos ejemplos que no están talvez en el libro, pero ilustran lo que quiero decir sobre esa fractura  entre los dos mundos, el mundo real y el mundo legal. Igual podemos decir en los gobiernos posteriores, igual podemos decir en este momento.

 

Dr. Serrano Caldera, cuál es su mensaje en torno a esta temática para los lectores de Páginas Verdes?

El mensaje es que necesitamos una cultura institucional, jurídica, una cultura que fundamenta el estado de derecho y una cultura moral y ética que haga que la ley no sólo sea un juego de intereses de bancadas parlamentarias o de cúpulas políticas, sino que la ley sea realmente lo que debe ser:  la expresión jurídica del contrato social, no una letra muerta.

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